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EL VALOR DE LA OFRENDA DE LA VIUDA POBRE (Lucas 21:2)

 

Si los dos centavos de la viuda pobre hubieran sido depositados en el Primer Banco Nacional de Jerusalén con cuatro por ciento de interés anual, se calcula que hoy en día Tendría un valor de $4.800.000.000.000.000.000.000 dólares. Si un banco aquí en la tierra no puede multiplicar dos centavos a una cifra tan astronómica, piense por un momento del tesoro que esta viuda tendrá en el cielo, “donde ni la polilla ni el orín corrompen.” (Mat. 6:20) 

* En nuestra mente hay muchas preguntas acerca de las oraciones que aún no tiene respuestas, y muchos se preguntan es que oro y oro y no veo nada y recibo nada, para esto también hay algunas respuestas:

 

Lo que pido no es la voluntad de Dios Estoy pidiendo mal Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.   (Santiago 4:3)

La respuesta está pero no la han dejado llegar.

Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. 13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. 14 He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días. (Daniel 10)

Vida con pecado.

Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría  escuchado. (Salmo 66:18)

* Lo importante en la oración es la perseverancia es allí donde entendemos cual es la voluntad de Dios, como pedir y lograr que la respuesta llegue a nuestras vidas y así obtener la victoria.

También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, 2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 5sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

Para obtener victoria a través de la oración debe ser una oración con las siguientes cosas:

 

Contrición: dolor en el alma por haber ofendido a Dios.

Si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra  (2 Crónicas 7:14)

Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano”. 13Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. 14Os digo que este descendió a su casa

Justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido». Obtuvo victoria sobre su pecado

 

El salmista dice al corazón contrito y humillado no despreciaras tú o Dios.

Sinceridad: cualidad de sincero de franqueza
Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Jeremías 23:13.

 

Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí observaba sus labios. 13Pero Ana oraba en silencio y solamente se movían sus labios; su voz no se oía, por lo que Elí la tuvo por ebria. 14Entonces le dijo Elí: — ¿Hasta cuándo estarás ebria? ¡Digiere tu vino! 15Pero Ana le respondió: —No, señor mío; soy una mujer atribulada de espíritu. No he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. 16No tengas a tu sierva por una mujer impía, porque solo por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he estado hablando hasta ahora. 17—Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho—le dijo Elí. 18—Halle tu sierva gracia delante de tus ojos—respondió ella. Se fue la mujer por su camino, comió, y no estuvo más triste.

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