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DECALOGO DEL OPTIMISTA
1...Los optimistas se aman, procuran un alto nivel de autoestima, se valoran y aprovechan lo mejor posible sus talentos personales innatos.
2...Los optimistas aceptan a los demás como son, y no malgastan energías queriendo cambiarlos, sólo influyen en ellos con paciencia y tolerancia.
3...Los optimistas son espirituales, cultivan una excelente relación con Dios y tienen en su fe una viva fuente de luz y de esperanza.
4...Los optimistas disfrutan del "aquí" y el "ahora", no viajan al pasado con el sentimiento de culpa ni el rencor, ni al futuro con angustia. Disfrutan con buen humor y con amor.
5...Los optimistas ven oportunidades en las dificultades, cuenta con la lección que nos ofrecen los errores y tienen habilidad para aprender de los fracasos.
6...Los optimistas son entusiastas, dan la vida por sus sueños y están convencidos de que la confianza y el compromiso personal obran milagros.
7...Los optimistas son íntegros y de principios sólidos, por eso disfrutan de paz interior y la irradian y comparten, aún en medio de problemas y crisis.
8...Los optimistas no se desgastan en la crítica destructiva y ven la envidia como un veneno. No son espectadores de las crisis sino protagonistas del cambio.
9...Los optimistas cuidan sus relaciones interpersonales con esmero, saben trabajar en equipo y son animosos sembradores de fe, esperanza y alegrías.
10...Los optimistas también tienen épocas difíciles, pero no se rinden ni se dejan aplastar por su peso, ya que saben que aún la noche más oscura tiene un claro amanecer y que por encima de las nubes más densas sigue brillando el sol; que todo túnel, por más largo y oscuro que sea siempre tendrá otra salida y que todo río siempre tiene dos orillas.
¿Ya has visto un girasol?
Se trata de una flor amarilla, muy grande, que gira siempre en busca del sol. Y es por esa razón que es popularmente llamada de girasol.
Cuando una pequeña y frágil semilla de dicha flor brota en el medio de otras plantas, busca inmediatamente la luz solar. Es como si supiera, instintivamente, que la claridad y el calor del sol le harán posible la vida.
¿Y qué le sucedería a la flor si la colocásemos en una redoma bien cerrada y oscura? Seguramente, en poco tiempo, se moriría.
Tal cual los girasoles, nuestro cuerpo físico también necesita de la luz y del calor solar, de la lluvia y de la brisa, para mantenernos vivos.
Pero no es sólo el cuerpo físico que necesita de cuidados para proseguir firme. El espíritu igualmente necesita de la luz divina para mantener encendida la llama de la esperanza. Precisa del calor del afecto, de la brisa de la amistad, de la lluvia de bendiciones que viene desde lo alto.
Sin embargo es necesario que hagamos esfuerzos para respirar el aire puro, por encima de las circunstancias desagradables que nos rodean.
Muchos de nosotros permitimos que los vicios ahoguen nuestras ganas de buscar la luz, y nos debilitamos día tras día como una planta mustia y sin vida.
O entonces nos dejamos enredar en el zarzal de la haraganería, de la desidia y reclamamos de la suerte sin hacer esfuerzos para salir de la situación que nos desagrada.
Es preciso que comprendamos los objetivos trazados por Dios para la elevación de sus hijos, que somos todos nosotros.
Y para que podamos crecer de acuerdo con los planes divinos, el Creador coloca a nuestra disposición todo lo que necesitamos.
Es el amparo de la familia, que nos ofrece sustentación y seguridad en todos los momentos...
La presencia de los amigos en las horas de alegría o de tristeza, amparando los pasos e impulsándonos hacia adelante.
Son las posibilidades de aprendizaje que surgen a cada instante en el recorrido, haciéndonos más preclaros y preparados para decidir cuál es el mejor camino a tomar.
Pero, ¿qué sucede con nosotros cuando nos encerramos en la redoma oscura de la depresión o de la melancolía y así permanecemos por voluntad propia?
Es posible que en poco tiempo nuestras fuerzas se debiliten y no nos permitan siquiera gritar por socorro.
Por esa razón, debemos entender que Dios tiene un plan de felicidad para cada uno de nosotros y que para alcanzarlo, es preciso que busquemos los recursos disponibles.
Es preciso que imitemos al girasol. Que busquemos siempre la luz, incluso cuando las tinieblas insistan en rodearnos.
Es preciso buscar el apoyo de la familia en los momentos en que nos sentimos desanimar.
Es preciso rogar el socorro de los verdaderos amigos cuando sentimos nuestras fuerzas debilitándose.
Es preciso, antes de nada, buscar la luz divina que consuela y aclara, ampara y anima en todas las situaciones.
Cuando las nubes negras de los pensamientos tormentosos cubran con oscuro manto el horizonte de tus esperanzas, y el convite de la depresión te asedie el alma, imita a los girasoles y trata de respirar el aire puro, más allá de las circunstancias desagradables.
Cuando las dificultades y los problemas se hagan insoportables, intentando sofocar la disposición para la lucha, recuerda a los girasoles y busca la luz divina a través de la oración sincera.
LA HISTORIA DEL LÁPIZ
El niño miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:
– ¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, quizá, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y dijo al nieto:
–Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial.
– ¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
–Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo. Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. A esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda: de vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final está más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción.
El ingenio de una hormiga
Hace un tiempo me puse a observar detenidamente la vida de las hormigas, y confieso que quede asombrado al verlas trabajar con tanto orden y empeño. Pero una hormiga en particular atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba como carga una pajita que era seis veces más larga que ella misma.
Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero profunda, formada entre dos grandes piedras. Probó cruzar de una manera y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que por fin la hormiguita hizo lo insólito. Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en un borde y otro de la grieta, y así se construyó su propio puente, sobre el cual pudo atravesar el abismo. Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.
La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su camino… ¿Captamos la moraleja?
¿Cuántas veces nos quejamos por los problemas, las cargas y las pruebas que debemos soportar? Pero sin darnos cuenta, esas mismas cargas -bien tomadas- pueden convertirse en puentes y peldaños que nos ayudan a triunfar.